Gerardo Martínez “La justicia social debe ser, el faro que guíe las políticas de la Organización Internacional del Trabajo.
Durante la Confederación Sindical de las Américas el Secretario de Relaciones Internacionales de la CGT y miembro del Consejo de Administración de la OIT, Gerardo Martínez,“La justicia social debe ocupar un lugar privilegiado en la agenda global. En un mundo donde las desigualdades socavan la dignidad humana y amenazan la estabilidad, es imperativo que abordemos estas disparidades con determinación y compromiso".
En ese contexto el secretario de relaciones internacionales Enfatizó,
"Es fundamental centrarse en la focalización y la priorización de estrategias concretas que nos permitan implementar políticas activas de manera efectiva. Debemos enfocarnos en encontrar soluciones tangibles para detener el crecimiento de la desigualdad y evitar el retroceso en la cobertura de los programas de seguridad social. Es crucial actuar de manera decidida y eficiente para asegurar un impacto real y positivo en la sociedad."
En esa línea agregó
"una política de justicia fiscal global capaz de financiar pisos de protección social y acciones de mitigación de los impactos del cambio climático".
Asimismo Martínez “es fundamental distinguir entre los objetivos principales y los complementarios”. No se trata de restar importancia a ninguno, sino de establecer prioridades claras para evitar la dilución de nuestros esfuerzos. La justicia social no puede ser una mera añadidura a nuestras políticas laborales; debe ser el núcleo mismo de nuestro enfoque, el principio sobre el cual construimos un futuro más equitativo y sostenible.
Luego Martínez entendemos que se debe resignificar el mandato ideológico de la OIT ampliando la dimensión social. En este momento histórico debemos reafirmar con vehemencia que el trabajo no es una mercancía y que su protección constituye un derecho humano fundamental, pero también debemos poner en primer plano otro de los aspectos del mandato de la OIT el cual consagra que “la pobreza, en cualquier lugar, constituye un peligro para la prosperidad de todos”, definición política que se conecta directamente con el concepto básico del constitucionalismo social el cual sentencia que «la justicia social es esencial para alcanzar una paz universal y duradera". Resulta sorprendente la actualidad de estas definiciones ya centenarias, cuando hace apenas unas semanas el Secretario General de Naciones Unidas expresó que “nuestro mundo ha entrado en una fase de caos”
A su turno el Director General de la OIT esgrimio hay constituir una “Coalición Mundial para la Justicia Social” que será lanzada en Ginebra en el próximo mes de junio; el presidente argentino declara que la Justicia Social
es "aberrante" y según sus palabras: "justicia social es robarle a alguien para darle a otro, un trato desigual frente a la ley, que además tiene consecuencias sobre el deterioro de los valores morales al punto tal que convierte a la sociedad en una sociedad de saqueadores".
Sabemos que este pensamiento no corresponde solamente al extravagante presidente del fin del mundo, sus palabras podrían ser suscriptas por Trump, Bolsonaro, Elon Musk y muchos políticos emergentes y empresarios inescrupulosos que recorren el camino de la extrema derecha.
El Secretario General de la CSA, Rafael Freire, se expresó contundentemente sobre las consecuencias del escenario actual y la necesidad de generar rápidamente una política alternativa y contrahegemónica, señalando que “estamos en un dilema civilizatorio: ¿vamos a retroceder como civilización o vamos a superar el modelo económico, están en juego los derechos conquistados a lo largo de décadas”.Es urgente un despertar del movimiento social y la construcción de una alianza fuerte entre el sindicalismo sociopolítico, el feminismo, los defensores del medio ambiente, y los frentes políticos.